miércoles, 4 de marzo de 2009

Capítulo 172

Cuenta Ro:

Aquella noche no pude contener el llanto. Una vez más, un sentimiento de vacío invadía todo mi corazón. Y es que aunque podía sonar muy cursi, sabía que si él no estaba me faltaba la mitad del cuerpo, la mitad de mi alma. En síntesis, la mitad de todo mi cuerpo. Sabía con exactitud que me iba a costar bastante tiempo volver a acomodar toda mi vida nuevamente. Él, con tan solo una semana, había desarmado toda mi rutina, y estaba segura que iba a tardar más de una semana en volver a adaptarla. Así, poco a poco, los días se hicieron semanas y no podía entender como el tiempo pasaba tan rápido. De a poco los lapsos de tiempo entre cada llamado de su parte eran más largos, como una consecuencia directa de lo ocupado que se encontraban. Claro estaba, usabamos todos los medios de comunicación que nos fuera necesario para sentirnos más cerca uno del otro y por momento hacía que los kilómetros se extinguieran. Sin embargo, nada se comparaba con el hecho de tenerlo cerca, a tan sólo unos centímetros de distancia, dejando que su escencia me llene los pulmones, que su tacto me pusiera la piel de gallina y que sus besos… sus besos me volvieran el alma al cuerpo. “El estar separado va a hacer que cuando estemos juntos signifique mucho más” le decía yo todo el tiempo al momento que Joe decía que no soportaba la distancia impuesta. Si por un momento me hubiera creído aquello, sabía que el dolor de no tenerlo cerca hubiera sido menor.

Cuenta Nati:

Y una vez más, ellos se había ido. No obstante, me sentía mucho peor que la última vez. Era, sencillamente, el hecho de saber que iba a volver a verlos lo que me atormentaba noche tras noche antes de irme a acostar. El saber que no iba a poder volver a reir con ellas, hablar con ellos y hasta sufrir a su lado lo que más me afligía. Había sido mi decisión, lo tenía bien en claro, pero eso no hacía que aquel sentimiento de total vacío se hiciera otra vez presente en mi pecho. Y que me doliera. Que me doliera más que nada, ya que como dicen, el mal de amor es el que más duele. Y solo Dios sabe todo lo que sufrí, todo lo que lloré y todo lo que, por momentos, me arrepentí. Mi casilla de correo estaba llena de borradores de mails donde le pedía a Kevin perdón, donde preguntaba por Nick, donde confensaba haberme equivocado. Sin embargo, mi orgullo… mi maldito orgullo volvió a jugarme una mala pasada. No lograba apretar “enviar”. Me quedaba pensando una y otra vez sobre si debía hacerlo o apegarme a mi medida. Y aunque algunas veces estuve más cerca de hacerlo que otras, nunca lograba decidirme y todo quedaba en la nada.

Nati: ¿Cómo estan los chicos? ¿Nick esta mejorando?

Pregunté a Ro, una tarde en su casa cuando revisaba sus mails y descubría que Joe se había comunicado con ella.

Ro: Estan todos bien. Poco a poco todo está volviendo a ser como lo era antes.

Como lo eran antes. Sus palabras hacían eco en mi mente. Deseaba con todas mis fuerzas que las cosas volvieran a ser como lo eran antes, aunque sabía muy bien que no era posible. Nunca iban a volver a su estado anterior y una vez más, a pesar de todo lo que había pasado, no me arrepentía de nada. Quizá no estaba pasando por el mejor momento. Quizá no haberlos conocidos no habría sacado a mi vida de aquel estado de estabilidad, aquel estado monótono donde nada me traía mayores sorpresas. Pero simplemente quizá, no hay nada más horrible que lo previsible, que la rutina, que el saber todo lo que va a ocurrir en tu vida. Y ahora estaba segura, que por nada del mundo cambiaba lo que me había pasado y no lo creía por ser ellos LOS JONAS BROTHERS, lo hermanos más famosos del momento, los exitosos, dulces y sexies hermanos más codiciados. Sino, por ser uno de ellos el que me había enseñado a amar con locura y dos de ellos la amistad y la incondisionalidad. Había perdido total sentido del tiempo, sentía que habían pasado años desde que había reido hasta que me doliera la panza, desde que había caminado sola por la calle sonriendo, desde que hubiera tenido ganas de vivir. El colegio ya no era un lugar de distracción y se había vuelto una carcel (si es que alguna vez había dejado de serlo), especialmente las clases de literatura, donde la profesora no dejaba de filosofar sobre la vida y yo sentía que cada frase que ella decía, se basaba en mi dolor.

Profesora: Si para estar ahora enamorado fue menester haber estado herido tengo por bien sufrido lo sufrido tengo por bien llorado lo llorado… Porque después de todo he comprendido, que no se goza mas de lo gozado,sino después de haberlo padecido. Porque después de todo he comprobado que lo que el árbol tiene de florido…vive de lo que tiene sepultado. ¿Qué creen que quizo decir Francisco Luis Bernardez?

BASTA! Osea, todo tiene un límite, y yo yalo había cruzado hace bastante. Ella me miró, sabiendo que yo siempre participaba, para que respondiera pero no emití sonido. Gracias a Dios el timbre del recreo sonó antes de que ella dijera mi nombre y todos se levantaron para dirigirse fuera del curso. Antes de poder cruzar el umbral de la puerta, una mano me detuvo.

Profesora: ¿Puedo hablar con vos un segundo?

Dijo ella, al momento que quedabamos a solas en aquel lugar.

Nati: Si, claro. ¿Pasó algo?

Dije yo, sin poder pensar en la razón de su charla.

Profesora: ¿Te pasa algo? Hace varios días que me vengo dando cuenta que tu rendimiento no es el mismo.

Nati: No pasa nada.

Mentí. No tenía ganas de hablar de eso, y menos con una profesora. Era obvio que los profesores se daban cuenta de nuestros problemas sentimentales, y más cuando ellos se veían reflejados en nuestras notas.

Profesora: Está bien.

Dijo ella, sin hacer más hincapié en el tema y tomando sus cosas de arriba del escritorio.

Nati: Bueno, si no necesita más nada…

Profesora (interrumpiendo): Sí, antes de que me olvide… buscala a Rocío y vallan las dos que la rectora quería hablar con ustedes. Chau.

Dijo ella, con sus cosas a cuestas al momento que desaparecía por la puerta y me dejaba sola allí. ¿La rectora? Un dolor en la panza me dijo que me estaba poniendo nerviosa. Nada bueno podía venir de aquella citación.

viernes, 27 de febrero de 2009

Capítulo 171

Cuenta Nati:

No tenía demaciado tiempo para pensar acerca de lo que debía o no hacer. Además, ni en mis momentos de más lucidez mental iba a poder tomar semejante decisión en tan poco tiempo.

Ro: Estas a tiempo de arrepentirte todavía.

Dijo ella apoyando su mano en mi hombro. Apreciaba tanto que apesar de mi mal humor y de haber explotado contra ella cuando no tenía ninguna culpa por todo lo que me pasaba, aún así estaba allí dandome palabras de aliento. Pense algunos segundos más, y dado que mi cabeza y mi corazón no se ponían de acuerdo decidí dejarlo todo a una señal. Esperar ese ALGO enviado por ALGUIEN que me indique que hacer. Caminé junto a ella hacia la camioneta y noté que através del polarizado Kevin se encontraba mirando a donde nosotras nos encontrámos. Al momento que se percato de mi mirada, corrió la suya y miró hacia adelante lleno de enojo.

Nati: No Ro. Ya tomé mi decisión, no es momento de arrepentirse. No puedo hacerlo.

Dije, al momento que mis ojos se llenaban de lágrimas. Sabía que todo aquello estaba en mis manos, tanto mi bienestar como lo que yo concideraba su dolor. Era cuestión de tiempo. Dicen que el tiempo lo cura todo, y yo apostaba todas mis fichas a eso.

Ro: ¿Estás segura?

Nati: La verdad que no.

Dije en voz baja, no estando orgullosa de aquella inconstancia por mi parte. No podía... no debía... no quería alejarme. Sin embargo, iba a hacerlo. Sin decir más nada la abracé a mi amiga y apuré el paso para irme lejos de allí.

Cuenta Ro:

Me daba tanta lástima por la etapa que estaba pasando Nati. Apesar de haberme contestado muy mal aquella mañana, sabía que era a causa de su malestar, no podía enojarme con ella. Creía fuertemente que se estaba equivocando pero no podía hacer nada para persuadirla, ni iba a intentarlo. Era su decisión. Sin pensar más en ella, realicé los pasos que me separaban de la camioneta al momento que, junto antes de que apollara la mano en el picaporte, esta se abría y dejaba ver la brillante sonrisa de Joe dentro.

Joe: Subí.

Dijo, al momento que yo lanzaba mi mochila a sus brazos y entraba en la camioneta que ya conocía muy bien. En esa oportunidad estaba más vacía que de costumbre. Claro estaba, Nick iría directo del hospital y que los padres de ellos iban a acompañarlo. Manejando se encontraba Rob y a su lado Kevin, quien no emitió ni una sola palabra en todo el camino. Detrás de ellos, Joe estaba en la segunda fila de asientos y Frankie dormía tiernamente en la última. Yo, claro estaba, me senté al lado de Joe. Fuimos a comer a un restaurant cerca del aeropuerto, donde se comía muy bien. Intentamos que nuestros temas de conversación no rondaran ni la palabra NICK ni Nati. Se notaba que Kevin estaban molesto, o mejor dicho, que intentaba esconder su tristesa detras de una máscara de enojo. Antes de lo que yo hubiera deseado, aquella comida ya había terminado y nos encontrabamos caminando con las valijas en la mano por los brillantes pisos de Ezeiza. Los acompañé hasta donde me fue posible hacerlo, y allí, una vez más, comenzaba nuestra despedida.

Ro: Parece que nos vamos a tener que ir acostumbrando a separnos.

Joe: Por menos odio ser tan nómade. Me gustaría quedarme a vivir acá, con vos.

Ro: Pero no se puede. Se que me cuesta vivir sin vos, pero eso hace que cada vez que nos volvemos a ver no pierda esa... magia que tiene le verte.

Dije, al momento que me sonrojaba un tanto avergonzada por lo cursi de mis frases. Bajé la mirada e intenté que el no notara en mis ojos la tristeza que me causa el verlo irse una vez más. Apenas unos segundos luego de quitar mi mirada de sus ojos, él acomodo su dedo índice en mi mentón y me obligó a mirarlo directo a sus pupilas.

Joe: A pesar de la distancia, nada va a cambiar lo que siento por vos. Y voy a estar eternamente agradecido por lo todo lo que haces por mí. Hasta lo que haces sin darte cuenta.

Ro: No me lo agradescas, por que no es la gran cosa. Yo siempre voy a estar agradecida por que estes hoy acá y me quieras como me queres.

Dije, lanzándome a sus brazos sin intenciones de separme hasta la siguiente década. Me había prometido no llorar, aunque me fue imposible. En aquellas ocaciones las lágrimas no se separaban de mí.

Rob: Joe, nos tenemos que ir.

Dijo, y odié sus palabras.

Ro: Te amo.

Ya no me causaba verguenza decir esas dos palabras.

Joe: Creo que no hace falta que me te diga que yo también.

Ro: Sí, hace falta.

Dije, queriendo escuchar aquello salir de su boca. Entonces, acomodando una de sus manos en el hueco de mi espalda y atrayendome más a su escultural abdomen, expreso lenta y seductoramente...

Joe: Te amo más que a nada.

Podía sentir sus palabras rosando mi rostro al momento que su olor me llenaba de pies a cabeza. Sin decir nada, extinguí los escasos centímetros que nos separaba en un perfecto y melancólico beso de despedida.

Capítulo 170

Cuenta Nati:

Aquella noche me fue difícil dormir nuevamente. A la mañana siguiente me costó levantarme, pero tenía que hacerlo. Quiera o no, no podía seguir faltando al colegio. Desayuné lo mínimo indispensable y salí a toda velocidad. Por lo visto, ni en los peores momentos perdía mi impuntualidad. Llegué al colegio y todas mis amigas ya se encontraban allí. Como era de esperarse, el principal tema de conversación eran ellos.

Caro: ¡Que bueno que se esta recuperando!

Dijo ella, con una sonrisa que combinaba perfecto con los rasgos de su cara.

Ro: Sí, fue un alivio para todos.

Llegué y me acomodé en el único lugar libre, al lado de Magui. Las saludé a todas con un beso en la mejilla y me senté en mi lugar. Ellas no dejaron de charlar sobre el tema. Yo simplemente crucé mis brazos sobre mi pupitre y escondí la cara en ellos.

Magui: ¿Te pasa algo?

Nati: No. Tengo sueño.

Dije cortante, al momento que ella tenía que hacer malabares para entender lo que decía.

Romi: Pero dale, contanos como es eso que te quedaste a dormir en el hotel con ellos.

Sin embargo, antes de que pudiera decir nada, la profesora entro y pidió silencio. Creo que por primera vez en mi vida, estaba contenta de que lo halla hecho. Aquella hora, que normalmente se me hacía super larga, pasó fugazmente y el timbre del recreo me sorprendió. Sin decir una sola palabra, me levanté de mi asiento y me dirigí al baño. No podía entender como estaba tan zombie. Me mojé un poco el rostro y me lo sequé con el pulóver, dado que no tenía nada con que hacerlo.

Ro: Te llamé anoche, pero ya te habías acostado.

Nati: Sí, me dijo mi mamá hoy la mañana.

Dije, sin dejar de mirar mi reflejo en el espejo, preguntandome quien era esa extraña con los ojos tan hinchados, tan cansandos, tan tristes.

Ro: Bueno, hoy los chicos se van. Joe me dijo que nos iban a pasar a buscar si queres venir a almorzar y los vamos a despedir.

Nati: Ya me despedí yo.

Esto la había descolocado un poco a Ro, por lo visto no se esperaba aquella contestación.

Ro: ¿Pasó algo?

Nati: Hablé con Kevin, supongo que él le dirá a Joe. No pienso volver a verlos.

Si antes ella estaba sorprendida, ahora estaba completamente anonadada.

Ro: ¿Me estás hablando en serio?

Nati: Tengo cara de estar haciendo un chiste.

Dije completamente seria, al momento que por primera vez la miraba a los ojos.

Ro: ¿Que pasó?

Ella amagó a acercase, pero yo corrí mi rostro. Miré nuevamente él la imagen que me mostraba el espejo, y me apollé sobre la mesada del baño.

Nati: No sé que me pasa. Si realmente lo supiera. Pero es que estoy tan confundida y siento que lo único que hago es lastimarlos cuando estoy cerca.

Ro: Pero, ¿no te parece que son lo suficientemente concientes de lo que quieren como para saber cuando alejarse?

Nati: No, la verdad no lo creo. Es cuestión de tiempo, cuando me olviden y yo a ellos (si es que me era posible, pensé por dentro) todo va a volver a ser como antes y…

Ro: Las cosas no van a volver a ser las mismas.

Nati: ¿Y que se supone que tengo que hacer? Estoy cansada de sentirme culpable de todo lo que pasa. Estoy cansada, demaciado. Y quizá no es lo mejor, la verdad no lo sé. Pero es lo único que puedo hacer. Y si me equivoco, quiero que sea MI error y no voy a hacer lo que a los demás les complasca.

Dije estallando en cólera, aunque en el fondo sabía que Ro no tenía la culpa de nada. Sin esperar su respuesta, salí del baño. Para colmo, allí dentro de aquel edificio volvía a sentir ese horrible sentimiento de paranoia, ahora incrementado. Antes, la noticia de que estabamos con los Jonas era simplemente un chisme en internet. Sin embargo, ahora se había difundido por todos los noticieros, a causa del grave accidente. Intenté no merodear demaciado por los pasillos e internarme en mi curso. Allí dentro, tanto Ro como yo actuamos como si nada ocurriera. De verdad, lo prefería de aquella manera. Luego de una horrible mañana, el timbre de fin de clases nos abrió las puertas para volver a nuestras casas. Guardé todo lo más rápido que me fue posible y salí. Era una de las primeras en hacerlo, quizá a causa de la ansiedad de encerrarme en mi cuarto y no volver a salir de esas cuatro paredes. No obstante, algo allí fuera me impidió seguir mi camino. Una camioneta. Una camioneta que conocía muy bien y que si bien no podía ver su interior como consecuencia de los vidrios polarizados, sabía a la perfección quienes se encontraban dentro. Fueron apenas unos segundos, que Ro salía del colegio y me hacía compañía allí fuera. La miré y ninguna de las dos dijo nada. Una duda del tamaño de Júpiter invadió mi cuerpo de pies a cabeza. Sabía que estaba a tiempo, sabía que podía arrepentirme. ¿Qué debía hacer?

Capítulo 169

Cuenta Ro:

No me gustaba para nada el tono que estaba usando Nati, pero decidí no preocuparme antes de tiempo. Por el contario, tenía un tema mucho más importante por el cual sonreir.

Kevin: ¡Hola Nati!

Escuché decir a Kevin al momento que Joe me tomaba por detrás y me hacía alejar de su hermano. En menos de lo pensado, di un giro brusco y quedé a centímetros de su rostro. Casi podía rosar su nariz, cuando empecé a reir descontroladamente.

Ro: ¡Ay, me asustaste!

Dije al momento que le pegaba suavemente en el hombro.

Joe: Te pasa por curiosa. Dejalo que hable tranquilo con Nati.

Dijo al momento que, sujetada a su cintura, nos alejabamos aún más de donde estaba Kevin.

Ro: Es que Nati tenía un todo voz medio raro… Me gusta tanto verte sonreir.

Pensé en voz alta cambiando totalmente de tema, al momento que ebosaba una enorme sonrisa. Él no dijo nada, simplemente siguió haciendo de las suyas. Entrelazó sus dedos en mi rulos, y se me quedó mirando unos segundos.

Ro: ¿Qué pasa?

Dije al momento que moría de curiosidad por saber que se pasaba por esa alocada cabeza suya.

Joe: Nada.

Sabía que por momentos tenía actitudes de mujer y que “nada” en su vocabulario era “todo”. Sin embargo, no me preocupé, sabía que no era nada malo.

Ro: Te dije que se iba a mejorar. Era cuestión de tiempo.

Joe: Gracias por no aflojar. Por estar siempre conmigo.

Ro: Es mi deber como nov… como tu chic… es mi deber.

Dije finalmente. Me había enredado con mis palabras y sentí como al instante un intenso calor subía a mis mejillas. No podía verme el rostro, pero sabía que estaba roja como un tomate. Sabía que ambos nos queríamos mucho y que pasabamos el mejor de los tiempos juntos, pero no sabía si debía presionarlo con el tema del noviazgo. Él en ningun momento cambio sus gestos, al contario, río con más intensidad. Por lo visto, se tomaba todo con gracias y no sentía forzado a nada.

Joe: No me importan los títulos. Lo que llamamos rosa exhalaría el mismo grato perfume con cualquier otra denominación.

Me había causado mucha gracias el tono de voz en que había citado a Shakespeare.

Ro: Sí, mi Romeo.

Dije sin poder soportar la risa, y cortando un poco aquel clima de seriedad que irónicamente se había formado. Amabada que, como arte de magia, todos sus dolores hubieras desaparecido. Nada me hacía más feliz que verlo haciendo chistes y lleno de vida otra vez. Deje de contener mis ganas de besarlo y me lansé completamente a sus brazos, aunque no había ya demaciada distancia que nos separara. Nos besamos apasionadamente por algunos minutos hasta que la simple presencia de una persona a nuestro lado nos interrumpió.

Kevin: Tomá Ro.

Dijo él muy cortante entregándome mi celular al momento que desaparecía de la sala. Con Joe nos quedamos estáticos en nuestro lugar sin movernos, simplemente mirándonos sin entender nada.

Ro: ¿Y a éste que le pasó?

Joe: No tengo idea.

Ro: Te dije que Nati tenía un tono de voz raro. ¿Y si vas a hablar con él?

Joe: Cuando tiene esa cara, mejor ni acercársele. Mejor me acerco a vos.

Dijo al momento que me volvía tomar por la cintura.

Joe: ¿En dónde nos habíamos quedado? Ahh, creo que ya sé.

Dijo al momento que una vez más me llenaba de todo su aroma y me llenaba de un incontenible e inexplicable escalofrío en todo el cuerpo. Aquella tarde ambos volvimos a sentir la felicidad después de largas horas de tener el corazón en la boca. No podía creer con que rápidez había pasado todo. Cuando caí en la cuenta que ya iban a volver, un amargo dolor hizo eco en mi estómago y se reflejó en mi rostro. No podía entender como ya estabamos en la puerta de mi casa y me estaba despidiendo.

Joe: Hace rato que tenés una cara…

Ro: ¿Y a vos que te parece? No quiero que te vallas.

Dije haciendo puchero. No quería estar lejos de él. Nunca aprovechabamos el tiempo al máximo. Siempre, por A o por B algo nos impedía disfrutar el tiempo juntos a pleno.

Joe: Lo sé. Pero ya tuvimos demaciados problemas. Ya ves, ahora tenemos que volver a Los Ángles. La gira por Latinoamérica se cancelo. No quiero ni pensar el infierno que nos espera cuando estemos allá.

Ro: Lo vas a saber sobrellevar. Después de todo lo que pasó, eso es lo de menos.

Joe: Lo sé. Dentro de todo, es lo que menos me importa.

Ro: Me vas a llamar, ¿no?

Dije, cruzandome de brazos, aún sin quitar la cara de “enojada”.

Joe: ¿Te cabe alguna duda?

Dijo seductor, y me lancé a sus brasos por enésima vez aquel día. Luego de un largo beso nos separamos. Claro estaba, no quería hacerlo. No estaba satisfecha. Nunca lo estaba. Siempre quería cinco segundos más. Uno aunque sea. Pero no era posible, era hora de despedirnos.

Joe: ¿Mañana te paso a buscar por el colegio? ¿Te parece que almorcemos juntos y dsps vamos al aeropuerto?

Ro: Me encanta la idea. Hablo con Nati y te aviso.

Joe: Bueno. Que duermas bien, mi amor.

Amaba que me dijera así.

Ro: Chau, Joe. Te amo.

Joe: Y yo a vos.

Lo abracé y bese tiernamente y entré en mi casa lo antes posible. Seguía, como siempre que me despedía de él, en un burbuja. Me sentía como caminando sobre nubes de algodón. Intenté aquella noche, descansar en cuerpo y alma, después del día aliviante que había tenido.

Capítulo 168

Cuenta Nati:

Aquella noche, luego de llegar del hospital, me desplomé en la cama y me quedé dormida al instante. A diferencia de lo que cualquiera podría imaginar luego de semejante acto, no tuve un sueño profundo. Muy lejos de serlo, toda la noche tuve pesadillas y me desperte reiteradas veces. A la mañana siguiente no fui al colegio, más por la paranoia de mi mamá que por la verdaderas ganas de quedarme. Si me lo preguntaran, quizá hubiera elegido ir, lo último que necesitaba era quedarme en casa con tiempo libre para pensar, aunque sinceramente no sabía si hubiera tenido las fuerzas para hacerlo.

Mamá: Me voy a trabajar.

Dijo ella suavemente al momento que entraba sigilosamente a mi habitación y depositaba un tierno beso sobre mi frente.

Mamá: ¿Cómo te sentís?

Nati: Bien.

Dije un tanto cortante. Sabía que ella iba a interpretar aquello como un síntoma de mi sueño y no de mis verdaderos sentimientos. Era muy raro en mí que no tuviera ganas de dormir.

Mamá: Bueno, cualquier cosa me llamas. Deje comida en la heladera, después calentala en el microondas.

Nati: Está bien ma. Andá.

Dije al momento que le daba un abrazo y ella se despedía, desapareciendo tras la puerta. Dí alguna vueltas en la cama que de lo único que sirvieron fue para desarmar más la cama, ya que ni aunque no lo deseara con todas mis fuerzas podía conciliar el sueño. Derrotada por el insomnio, me levanté de la cama y me decidí a ir al baño a asearme aunque un ruido me interrumpió.

???: They come and go but they don’t know that you are my beautiful

Mi celular. Corrí de vuelta a mi cuarto y revolví la cartera que había utilizado el día anterior hasta encontrar el pequeño aparatito. Cuando atendí, fue Ro la que contesto del otro lado del teléfono. Por suerte eran buenas noticias y di un fuerte y sonoro suspiro al escuchar que Nick estaba mejorando notablemente. Sin embargo, había algo que todavía perturababa mi mente y que había estado pensando desde que pasó todo aquel episodio dentro de la terapia intensiva.

Nati: ¿Está Kevin por ahí? Necesito decirle algo.

Dije, sin poder ocultar un poco de la preocupación que todavía tenía en el cuerpo.

Ro: Sí, está acá. Ahora te comunico con él.

Sabía que ella me conocía tanto como para saber cuando algo no andaba bien, pero no dijo nada, y se lo agradecí con todo mi corazón. Luego de algunos segundos, la voz del mayor de los hermanos Jonas apareción en la línea.

Kevin: ¡Hola Nati!

Dijo él, lleno de entusiamo. Por lo visto y como era de esperarse, no era la única aliviada y un poco más tranquila luego de escuchar aquellas noticias.

Nati: Hola Kev.

Dije un tanto apagada.

Nati (siguiendo): ¿No te dije yo que todo iba a salir bien?

Dije, demostrando mi satisfacción al tener la razón en un tema tan delicado como aquel.

Kevin: Sí, lo sé. Estamos todos tan contentos que no lo podemos creer. Sin embargo hay malas noticias. Ya te dijo Ro, ¿no? Que…

Nati: Mañana vuelven a Los Ángeles.

Dije sin dejarlo terminar y completando su oración.

Nati: Era justamente de eso que quería hablarte.

Quizá él no había notado la nota de seriedad que caracterizaba mi tono de voz hasta ese momento o simplemente hizo la vista gorda, no queriendo pensar en lo que se venía. No obstante, ya no era posible ocultarlo. Ambos sabíamos que ibamos a hablar de un tema serio.

Kevin: ¿Vas a venir a despedirnos? Ya estan arreglando todo. Salimos a la tarde y podrías conocer nuestro avión priv…

Nati: Kev…

Dije interrumpiendo su larga y entusiasmada seguidilla de acotaciones. Él simplmente guardo silencio y esperó a que yo siguiera con lo que quería comunicarle.

Nati: No sé como decirte esto… no sé por donde empezar…

Era la pura verdad, no había pensando de que manera abordar el tema.

Kevin: No me preocupes…

Nati: Creo que es hora de que nos despidamos.

Kevin: ¿No podés venir mañana al aeropuerto?¿Te sentís mal?

Dijo él, buscando alguna opción aunque yo estaba segura de que me estaba entendiendo a la perfección.

Nati: No Kev. Estoy hablando de una despedida definitiva.

Dije, y el dolor se hizo presente en mi pecho. Por unos segundos él no dijo nada, pero sabía que iba a empezar a oponerse en cualquier momento.
Kevin: No podés estar hablando en serio…
Nati: Pero lo estoy Kev. Es que después de todo lo que pasó ayer y un serie de cosas que vienen ocurriendo, me doy cuenta que no es lo mejor para ninguno de nosotros. Ni para vos, ni para Nick, ni para tu familia ni para mí. Todos salimos lastimados.
Kevin: Por Dios Nati, no estas pensando con claridad. Nada de esto es tu culpa.
Nati: Quizá no directamente, pero un poco sí. Y creo fuertemente que todo lo que pasó esta estrechamente relacionado con mi relación con Nick.
Kevin: No puedo creer que me estés diciendo esto.
Nati: Kevin, entendeme, es lo mejor. Si lo pensas un poco, te vas a dar cuenta que estoy en lo cierto.
Kevin: nunca voy a estar de acuerdo con esta decisión que estás tomando. Por favor, pensalo mejor.
Sabía que iba a intentar convencerme, y estaba preparada para resistir.
Nati: Entendé Kev, que es lo mejor para todos.
Kevin: Nunca puede ser lo mejor que estés lejos. Deja que nosotros elijamos que es lo mejor para nosotros. Sabemos que te queremos cerca…

Nati: No estoy pensando solo en ustedes, sino en mí también. Separarnos va a ser lo mejor.

Claro estaba, no estaba pensando en mí en ningun momento, ya que pese a todo el dolor que sentía no quería separme de quienes me daban tanto amor y cariño. Sin embargo, estaba segura que necesitaba de aquella mentira para que Kevin entendiera que era lo que debíamos hacer.

Kevin: Ahhh, ya entiendo. Después de todo lo que pasó, de todo lo que sufrimos mi familia y yo, ¿crees que es el momento de empezar a ser egoístas?

Nati: ¿Y pensás que yo no estoy sufriendo? En algun momento me tocá ponerme a pensar en mí antes que en los demás.

Kevin: Si esa va a ser tu actitud, creo que lo mejor va a ser separarnos.

Nati: Espero que algun día me sepas entender.

Dije al momento que él cortaba el celular sin despedirse. Había sido una fuerte ruptura y sabía que, una vez más, se venía aquel doloroso tiempo de cambio.

Capítulo 167

Cuenta Ro:

Corté el teléfono y me apresuré a vestirme. Sin poder quitar de mi mente ni por un segundo lo que me había dicho Denisse, me vestí en menos de la mitad del tiempo que me toma normalmente y me dirigí a la habitación de Joe. Por educación, llamé a la puerta aunque, como lo esperaba, nadie contesto. Como era de esperarse, luego del largo día que había tenido, había caido en un profundo sueño del cual no había salido todavía. Entré sin hacer demaciado ruido y apollé mi mano en su hombro al momento que lo sacudía levemente.

Ro: Joe…Joe levantate.

Él apenas se movió. Como sabía que no iba a dar resultado, me aleje de la cama, crucé la habitación y corrí las cortinas para que la luz de la mañana me ayudara un poco en mi tarea. Cuando el brillo llegó a sus ojos, no pudo más que fruncir el entrecejo y quejarse un poco.

Joe: Pero,¿qué…?

Cuando se despertó complemente, llegó la hora de la lluvia de preguntas. No sabía como abordar el tema, ya que no quería preocuparlo pero a su vez sabía que tenía que decirle la verdad.

Joe: ¿Qué pasó? ¿Le pasó algo a Nick?

Ro (interrumpiéndo la seguidilla de preguntas): Tranquilo. Acaba de llamar tu mamá. Dijeron que llamaron del hospital y que en un rato salimos para allá.

Joe: ¿Cómo que llamaron del hospital?¿Pasó algo?

Ro: No, solo quieren hablar. Supongo que darán el parte médico. No te preocupes antes de tiempo. Andá vistiendote que voy a levantar a Kevin.

Dije al momento que me acerqué a él y le di un pequeño beso en los labios.

Joe: Bueno.

Asintiendo y sin decir nada más. Salí rápidamente y me dirigí a la habitación de enfrente, la de Kevin. Por suerte, cuando llamé a la puerta él me atendió vestido y listo para salir.

Ro: Pensé que estabas dormido…

Kevin: Me despertó el llamado. Últimamente tengo el sueño muy liviano.

Dijo al momento que salía de la habitación y ambos nos dirigíamos al living para esparar allí a que Joe terminara de arreglarse.

Kevin: ¿Quién era?

Ro: Tu mamá. Dijo que estuvieramos listo que ahora en un rato salimos para el hospital.

Kevin: ¿Pasó algo?

La reacción de Kevin fue más tranquila que la de Joe, pero sin embargo podía notar que intentaba contener su preocupación.

Ro: No sé. Simplemente dijo que llamaron del hospital y que quieren hablar con ellos.

Kevin no emitió ninguna palabra más y se desplomó en el sillón. Pasaron apenas unos minutos hasta que Joe apareció donde nosotros nos encontrábamos.

Joe: La acabo de llamar a mamá. No esperan abajo.

Sin decir nada, quizá por que todavía estabamos un poco dormidos o por el exceso de intranquilidad, salimos del cuarto del hotel y bajos hasta donde Denis, Kevin padre y Frankie se encontraban esperándonos. A Kevin padre se lo notaba inexpresivo nuevamente, aunque ya nos habíamos dados cuenta todos que su mecanismo de defensa ante el dolor. Por otra parte, Denisse tenía los ojos teñidos de color rojo y altamente hinchados, índice de que había estado llorando toda la noche. Frankie por su parte, se encontraba más tranquilo, lo único que se me podía ocurrir era que solamente supiera parte de la verdad. Los seis bajamos al subsuelo del hotel y subimos a la camioneta que nos llevaría al hospital. El camino se nos hizo eterno, claramente estabamos más ansiosos de lo sanamente recomendado. Finalmente la espera terminó, y llagamos a donde el ya conocido doctor Mendiburu.

Dr Mendiburu: Los estaba esperando.

Dijo al momento que estrechaba las manos con todos nosotros en forma respetuosa de saludarnos.

Kevin padre: Por favor doctor, no ande con preámbulos y díganos la verdad. ¿Le pasó algo a Nicholas?

Dijo él, intentando mantener la enteresa.

Dr Mendiburu: Bueno,por eso los llamé. Anoche fue, creo yo, la noche más difícil que le tocó vivir a Nicholas. Sin embargo y a pesar de todas las adversidades, él es un chico muy fuerte y creo que no me equivoco si digo que va a salir adelante.

Creo que el suspiro de todos los que nos encontrábamos escuchándolo se escuchó en todo el efició. Denisse se refugió en los brazos de su hijo mayor y, por primera vez de que había llegado a este país, la estaba viendo sonreir.

Dr Mendiburu: Hoy ya le estamos bajando las dosis de fármacos así que a la noche ya va a abrir los ojos aunque no pueda mover el resto del cuerpo. Entre hoy a la noche y mañana ya va a poder moverse. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hay que seguir teniéndolo en observación y ver como evoluciona.

Denisse: ¿Usted ya cree que pueda ser transladado en avión?

Todas nuestras miradas se posaron en ella. Por lo visto, aprobaba la idea de su marido de llevarlo de vuelta a su país lo antes posible

Dr Mendiburu: Bueno, ustedes ya saben que es lo que pienso, que lo mejor sería dejarlo a que se recupere totalmente. Pero mañana, ya podría estar viajando. Ustedes tienen un avión privado, ¿no es así?

Kevin y Joe: Sí.

Dr Mendiburu: Mañana tendría que hacer los trámites de translado y listo.

Dijo él, al momento que se quedaba charlando con los padres Jonas. Nosotros por nuestra parte, no queríamos escuchar toda aquella plática sobre papeles y demás, así que nos separamos. Joe y Kevin, ebosaban una sonrisa gigante, aliviados, por supuesto, por escuchar aquellas buenas noticias. Yo también me encontraba sumamente contenta y quería compartir aquella felicidad con ellos. Sin pensarlo demaciado, me abalancé sobre ellos y los abracé con cariño.

Ro: Yo les dije que todo iba a salir bien. La voy a llamar a Nati para contarle las buenas noticias.

Me separé de ellos e hicé lo que había avisado. Cuando Nati contestó mi llamado, sabía que iba a morir de felicidad al escuchar la noticia.

Nati: Hola Ro, ¿pasó algo?

Ya estaba cansada de escuchar esa pregunta, aunque me llenaba de placidez la respuesta que iba a dar.

Ro: Nick esta saliendo de todo esto. Esta mejoranda muchísimo. Entre hoy y mañana va a despertar y…

Cambié totalmente mi entusiasmo. No quería que ellos se fueran, pero por más que me pesara, esa era la realidad.

Nati: ¿Y?

Ro: Los chicos mañana vuelven a Los Ángeles.

Por unos minutos y como yo lo esperaba, ella no dijo nada.

Nati: ¿Está Kevin por ahí? Necesito decirle algo.

Ro: Sí, está acá. Ahora te comunico con él.

Dije al momento que separaba el aparato de mi oreja y se lo extendía a Kevin, quien me miraba complacido. No me gustaba para nada el tono de voz que tenía Nati y creía que fuera a decirle nada bueno a Kevin.

Capítulo 166

Cuenta Ro:

Hacía ya largo rato que Nati se había ido del hospital. Por suerte, gracias a un mensaje de texto de su mamá, todos nos quedamos tranquilos al saber que había llegado bien y que ya estaba acostada. De un momento a otro, el celular de Kevin comezó a sonar y quebró aquel denso silencio que nos había invadido desde hacía ya varios minutos.

Kevin: Bueno… esta bien… un beso.

Dijo él al momento que se ponía de pie y se nos quedaba mirando.

Joe: ¿Qué?

Dijo él, dándose por aludido.

Kevin: Nos estan esperando abajo. Ya no hay casi periodistas y es el mejor momento para ir al hotel.

Esta vez, la que se daba por aludida era yo. Me paré de un salto y comencé a despedirme.

Ro: Bueno. Enconces yo también me voy a mi casa y…

Joe: ¿No te querés venir a dormir a mi casa?

Estaba a punto de saludar a Kevin cuando me detuve antes de hacer nada. Di un cuarto de vuelta y me quedé mirandolo atónita. Sin decir nada, volví a mirar a Kevin, intentando encontrar algun vistazo de desaprobación, aunque su mirada se mantenía inexpresiva.

Ro: No es que no quiera ir, pero no sé si va a ser lo mejor. Están tus papás, me parece un poco desubicado…

Dije, intentando pensar un poco en frío, aunque sabía que no quería despegarme ni un segundo de él.

Kevin: Si es por ellos, no te preocupes. Ellos te adoran.

Lo miré a Kevin por unos segundos y me di cuenta que no hacía más que fomentar las ideas de su hermanos, aunque esto no me daba más seguridad.

Ro: No sé si a mi mamá le va a gustar la idea además mañana tengo colegio y…

Joe: Está bien. Si no querés venir, simplemente decilo.

Dijo él, encogiéndose de hombros. Cualquiera que hubiera utilizado la psicología inversa conmigo no hubiera funcionado, pero todo lo que de su boca provenía era inevitable para mí. Acomodé mi mano en su mejilla y lo besa tiernamente hasta que su expresión cambió de “triste” a muy satisfecho.

Ro: Ahora la llamo a mi mamá…

Dije al momento que me separaba de su boca, totalmente derrotada ante su mirada y carita de cachorro mojado. Busqué rápidamente en mi cartera y marqué a toda velocidad el número casi sin mirar las teclas.

Mamá: ¿Hola?

Ro: Hola ma…

Mamá: Hola Ro. ¿Cómo esta Nick?

Dijo e intenté esquivar aquel tema de conversación.

Ro: Y… ma te llamaba para preguntarte si me puedo quedar con Joe esta noche…

Mamá: A tu papá no le va a gustar mucho la idea.

Me separé un poco de ellos para poder hablar con un poco más tranquila.

Ro: Es que se siente re mal. No lo puedo dejar así ¡Por favor ma! Nick esta muy grave y…

Mamá: Bueno está bien. Ahora veo como lo convenso. Mañana hablamos. ¿si?

Me despedí de mi mamá, agradeciendo que me halla entendido y volví a donde los dos hermanos me esperaban.

Joe: ¿Y?

Dijo sumamente ansioso.

Ro: Dijo que sí.

Dije sonriendo, y sin esperar más nos dirigimos a donde se encontraban sus padres. Por suerte, al hablar con ellos no tuvieron ningun inconveniente en que pasara la noche en el hotel. Yo lo prefería de aquella manera, aunque no por eso tenía menos vergüenza. Ninguno tenía ganas de cenar nada. Por lo visto, los nervios nos habían revuelto todas las tripas y ni ganas de comer teníamos.

Ro: Permiso…

Dije al momento que entraba en su cuarto. No era muy oportuna, ya que él se estaba terminando de poner su pijama. Me quede sin habla al ver su torso desnudo, aunque él ni se incomodó.

Ro: Perdón…

Dije arrepintiéndome por haber entrado así.

Joe: Vení, Ro.

Dijo al momento que dejaba caer la remera y tapaba lo que tanto pudor a mí me había causado. Sin decir nada, se sentó en su cama y yo entendí que quería que me sentara a su lado.

Ro: ¿Cómo te sentís?

Joe: Y…

Dijo encogiéndose de hombros. Yo simplemente giré un poco mi torso para mirarlo de frente e introduje mis dedos entre su pelo. Joe simplemente cerró los ojos y apoyó su cabeza en mi palma.

Ro: Poco a poco, vas a ver como todo va a mejorar. Es cuestión de tiempo.

Joe: No puedo sacar de mi mente su rostro el día que nos enteremos que sufría de diabetes. En ese momento creí que nada iba a afectarme más que eso, pero por lo visto me equivoqué. Y siento lo mismo que aquel día, pero triplicado. Ese sentimiento de no tener fuerzas, de no saber que hacer, de impotencia. Esa maldita impotencia de saber que esta tirado en una cama sin moverse y yo acá…

Ro: No te subestimes, Joe. No hay nada que podemos hacer, y si lo hubiera, todos sabemos que serías uno de los primeros en ofrecerte para salverle la vida.

No pensé demaciado la repercusión que aquello podía causar en él hasta el momento que vi sus ojos cristalizarse.

Joe: El es mi hermano menor, Ro. Desde que somos así de chiquitos que cuido de él. Y ahora, siento que lo estoy dejando…

Hizo una pausa al no poder pronunciar el verbo que ya ambos sabíamos al que se refería. Extinguí el estrecho espacio entre nosotros y lo obligué a descansar su cabeza en mi pecho.

Ro: Basta, Joe. No te mortifiques más. Si no haces, es porque no podés. No esta en nuestras manos. Descansá, es lo que necesitas. Hoy fue un día muy largo.

Sin decir nada, limpió las lágrimas que de sus ojos había empezado a caer, abrió las cobijas de su cama y se metió en ella. Antes de volver a empezar la conversación, miró la cama vacía a su lado con nostalgia.

Ro: Basta. Cerrá los ojos e intentá dormir. Desconectate un poco de todo esto.

Joe: Gracias. De verdad, creo que sos la que más fuerza me da para seguir. Creo que si vos no estuvieras..

Ro: Si yo no estuviera, vos serías igual de fuerte, porque estoy segura que tu personalidad es así. Y quiero ver a ese Joe, el Joe fuerte que no se deja vencer, el Joe del cual yo me enamoré.

Dije, sellando aquel comentario con un dulce beso en los labios. No quería que el dijera más, simplemente que descansara. Por suerte así lo hizo. Cuando estuve segura de que había caido en el más profundo de los sueños, me dirigí a mi cuarto. Mi cuerpo pedía a gritos un descanso, ya no podía más. Apenas mi cabeza rozó la almohada, no recordé más nada hasta el día siguiente. Cerca de las diez de la mañana, el ruido del teléfono del hotel llamó fuertemente mi atención y me despertó al instante. Esperé a que alguien contestara, pero por lo visto, tanto Kevin con Joe estaban dormidos, y dado que Denisse y el resto de la familia se encontraban en otro cuarto del hotel, decidí ser yo la que atendiera.

Ro: ¿Hola?

Dije, un tanto incómoda por ser la que tuviera que recibir un llamado que era más que seguro para alguno de los Jonas. Por suerte, la voz que habló del otro lado me era sumamente familiar.

Denisse: Hola Ro. Perdón que llame a sí, pero llamaron del hospital y tenemos que salir lo antes posible para allá. ¿Los podrías despertar a mis hijos?

Dijo ella, y yo asentí sin pensarlo. Su voz denotaba demaciada preocupación, y no podía juzgarla. Al escuchar aquella noticia, no pude evitar que mi corazón latiera con fuerza, esperando lo peor.